El cuerpo es el único espacio que al modificarlo nos muestra nuestra identidad. El tatuaje solo cuenta una historia, la propia, la que para muchos es la más importante.
Me llamo Adrian, tengo 30 años y soy tatuador y pintor.
Desde muy pequeño empezó a interesarme la pintura, nací en 1991 y hay dibujos míos que fechan en 1992. Más tarde, después del instituto, hice el bachillerato de artes, grado superior de ilustración en arte 10 y grado superior en la escuela superior de dibujo profesional (ESDIP).
Empecé a tatuar a los 23 años compaginándolo con mis estudios. Estuve en un par de estudios de tatuaje de Madrid y empecé a ir a convenciones de tatuaje por todo el mundo, recibiendo premios en New York, Milan, Londres y Amsterdam, entre otros.
Finalmente me asenté en Getafe, donde abrí mi propio estudio de tatuajes.
A raíz de la pandemia recuperé mi pasión por la pintura, y es en lo que estoy centrado y desarrollando mi carrera actualmente. He de dar las gracias a todos mis seguidores, por la excelente acogida que tienen tanto mis obras pictóricas como mis sesiones de tatuajes.
Las obras pictóricas, los tatuajes, se basan en los principios estéticos del fotorrealismo, busca crear una representación más definitiva y detallada, que a menudo es narrativa y emotiva y donde el cuerpo le da una fuerza única a la tinta.
No son sesiones cortas, incluso pueden durar varios días y ninguna baja de las 6 horas, muchos de sus clientes vienen desde fuera de España, esperando meses, con el único deseo de llevar en su piel, en su alma, lo que para nosotros es una verdadera obra de arte.